domingo, 20 de diciembre de 2009

CINE - AVATAR, de James Cameron (2009)




Se estrenó el viernes la esperada cinta del laureado James Cameron (Titanic) y allí estaba yo, con mi entrada sacada por internet, sentado a las cuatro de la tarde en una sala semivacía. Tuve que mirar la cartulina varias veces para cerciorarme de que no me había colado por equivocación en otro estreno; pero no, estaba sentado en el sitio correcto para ver la más esperada superproducción de ciencia-ficción de los últimos años. Y estaba, ¡oh Dios!, gracias a la crisis, prácticamente solo.
A los quince minutos ya le había perdonado a Cameron el argumento dejá-vu, las analogías con el western rancio y la previsible historia de amor con rival aborrecible pero bueno en el fondo. Todo eso pasa a un segundo plano cuando te das cuenta de que estás allí para contemplar otro tipo de espectáculo, algo, en definitiva, totalmente novedoso. El desarrollo visual es apabullante, la capacidad de Cameron para imaginar un mundo nuevo y llevarlo a la pantalla es, definitivamente, impresionante y los efectos digitales los mejores hasta la fecha. 
La película narra la lucha de los habitantes del planeta Pandora por preservar su hábitat de la ocupación terrícola. Los invasores, a sueldo de una multinacional que sólo desea la explotación del mineral que se encuentra bajo el subsuelo, hacen gala de una crueldad solo reservada a los malos de verdad. A esa perversidad solo escapan un grupo de antropólogos comandados por la doctora Grace Augustine (Sigourney Weaver) que intentan impedir el desastre ecológico y humano que se les viene encima.  En el grupo de los buenos se cuela de rondón el marine paralítico y bienintencionado Jake Sully (el australiano Sam Worthington: lo recordaréis de Terminator Salvation) que, gracias a introducirse en el cuerpo de un nativo (navi),  puede volver a caminar y relacionarse con sus nuevos semejantes. 
En su nuevo avatar (cuerpo) conocerá a la nativa Neytiri encarnada (bajo su disfraz digital) por Zoe Saldana (Star Treck 11) y juntos acabarán derrotando, por supuesto, a los malvados terrícolas y, de paso, comiéndose a besos extraterrestres.
Quizá lo más interesante es el trasfondo ecológico del film. Cameron reactiva la teoria de Gaia expuesta a final de los años sesenta por James Lovelock y más tarde extendida por Lynn Margulis. Gaia defiende que la atmósfera y la corteza terrestre, con todos los elementos que la componen, se muestran como un todo homogéneo y autorregulable. Pandora, siguiendo esta teoría, funciona como un organismo vivo en perfecta armonía. Quizá lo más hermoso de la película sea esta defensa de la naturaleza, aunque en un tono no demasiado pacifista como hubiera sido de esperar dado el tema.
En resumen, efectos especiales dignos de verse y una historia entretenida para comer palomitas y pasar 160 minutos, nada pesados, de esta navidad.
Paco Linares (IES 15. Albacete)

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